Parece mentira, pero han transcurrido casi 52 años desde que empecé a ejercer la medicina, en concreto la cirugía torácica, iniciándome en el antiguo Hospital General de Asturias, donde llegué en 1970 como residente del Dr. Alonso Lej, pionero de esta materia en España. La especialidad, en principio, comprendía lo que actualmente son dos cirugías diferentes y complementarias: tóracopulmonar y cardíaca.
Posteriormente en 1992, haciendo compatible la atención pública con la privada, comienzo en el Centro Médico de Asturias, al que llegué con el proyecto de trabajar en un hospital familiar, donde la relación médico-paciente era cercana y fluida —similar al antiguo Hospital General—, primaban los papeles —no estaban informatizadas las historias clínicas— y el diálogo personal entre nosotros favorecía llegar rápidamente a un diagnóstico y un tratamiento acertados. La relación y la humanidad con los pacientes estaban por encima de todo; se hablaba con ellos, se tenía compasión (cum passio: sufrir juntos) y nuestra mirada no se perdía en una pantalla o en un teclado, iba a depositarse en sus ojos. Pisar el suelo de este Hospital me liberaba y entusiasmaba. Trabajar aquí siempre me gustó y debo añadir que me siento muy querido y considerado, lo que justifica mi deferencia y especial cariño por el Centro, donde estoy a full time desde 2011. Desde mis principios comencé a atesorar un patrimonio profesional del que me siento orgulloso: los enfermos, tanto en la medicina pública como en la privada. Puedo reafirmar que nunca hice distinción entre ellos, siempre eludí la procedencia o los factores socioculturales de mis pacientes y procuré tener una continua relación con cada uno. Lógicamente, en este sentido, la medicina privada juega con ventaja en relación con la pública, donde a lo largo de un proceso médico-quirúrgico tratan y siguen al paciente distintos facultativos. Sin embargo, nosotros nos comprometemos con el enfermo hasta el final. Se le atiende e informa en consulta, se está pendiente de su preoperatorio, se le interviene, alta hospitalaria y posteriores revisiones, siempre el mismo, lo que el paciente interpreta como auténtica relación médico- enfermo. Todos se van a casa con mi teléfono en su informe para cualquier duda o complicación.
Desde que llegué al Centro procuré hacer equipo y a lo largo de estos años cuatro personas han sido fundamentales: la Dra. Noemí Arbesú, con la que trabajé muy a gusto hasta el año 2000; el Dr. Antonio Blanco, que me ha ayudado desinteresadamente en distintas etapas; y la Dra. Begoña Granell, indiscutible especialista, que compartimos nuestro trabajo durante cinco años. Resalto incondicionalmente al Dr. Enrique Álvarez-Llaneza, neumólogo, que desde su llegada al Centro, en el año 2000, hemos establecido una relación y una sintonía perfectas. Un gran amigo del que siento separarme. Trabajar con él ha sido un lujo de profesionalidad, criterio, generosidad y entrega. Espero que la Dra. Alexia Gutiérrez, nueva especialista en cirugía torácica, sepa valorar sus cualidades.
Aquí me sentí muy a gusto, comprendido y ayudado. Todo el personal sin excepción —y lo digo con mayúsculas— ha derrochado su atención hacia mí. Pido perdón por las veces en las que no actué al nivel esperado. En fin, que estar en el Centro Médico fue gratificante y agradable. Echaré de menos esos encuentros, saludos y sonrisas en pasillos, cafetería, despachos… Todo muy afable y… ¡de buen rollo!
A partir de 2022 comenzaré a atesorar y disfrutar de otro patrimonio: la familia con mis once nietos, los amigos y, por supuesto, siempre estaré disponible para quienes quieran confiar en mi experiencia profesional, consultar una tercera opinión, tomar una decisión… lo que suelo llamar «confesonario sanitario», porque me resultará imposible desconectar totalmente de la medicina. ¡Ha sido toda una vida!
En fin, que aunque comience otra etapa —necesaria— no quiero tirar mis libros, ni mis apuntes, ni mis artículos… y seguir de alguna manera tras estos 52 años. Desde estas líneas, con cariño y agradecimiento, solo un ¡hasta siempre!
Dr. José Luis Álvarez-Cofiño
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